Eliminar las harinas de la dieta es una recomendación común entre médicos y nutricionistas no solo para perder peso, sino también para mejorar la salud en general. Las harinas refinadas, en particular, pueden contribuir a la acumulación de grasa subcutánea y visceral, según un estudio publicado en la Revista Americana de Nutrición Clínica.
Este tipo de grasa está asociado con diversos problemas de salud, por lo que moderar su consumo es esencial.
El refinamiento de las harinas elimina muchos nutrientes esenciales, lo que ha generado preocupación sobre su impacto en la salud. Un estudio del Centro de Salud de Alpedrete en Madrid sugiere que las harinas refinadas pueden crear dependencia y tener efectos perjudiciales. Como resultado, algunas personas optan por eliminarlas de sus dietas, aunque esta decisión debe ser tomada con precaución para evitar deficiencias nutricionales.
Una dieta sin harinas reduce significativamente el aporte de carbohidratos, lo que puede ofrecer varios beneficios para la salud. La eliminación de estos alimentos puede llevar a una mayor sensación de saciedad y a una disminución del apetito, gracias al contenido de fibra en los granos integrales, según el Hospital La Fuenfría en España. Además, un estudio de la Universidad Nacional de Colombia muestra que reducir el consumo de alimentos refinados puede ayudar a perder peso y regular los niveles de triglicéridos, lo que beneficia la salud cardiovascular.
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Sin embargo, es crucial consultar a un profesional de la salud antes de hacer cambios drásticos en la dieta. Los expertos de la Universidad de Harvard sugieren que no es necesario eliminar completamente los carbohidratos, sino enfocarse en consumir carbohidratos de buena calidad y evitar los refinados. Esta estrategia puede prevenir enfermedades como la diabetes y mejorar la digestión, especialmente en personas con síndrome de colon irritable.