“Soy José Jurado Montilla y en agosto estuve con Ester… ¿,Han sabido algo de ella ustedes después?”. La llamada, por vídeo a través de Whatsapp, pilló por sorpresa a Pepa. Días antes ella había interpuesto ante la Policía Nacional la denuncia por la desaparición de su hija Ester. El hombre le dijo: “Es una persona encantadora, pero muy confiada. Yo se lo dije: confías mucho en los demás…”. Pepa asintió: “la verdad es que sí”.
“Me despedí de ella en Gandía”. Es el único dato que José dio y hasta la fecha ha dado. “Se presentó como un compañero de albergue”, contaba al canal de investigación y sucesos de este grupo editorial Pepa, meses atrás. “Es malagueño, mayor….”. Es un personaje importante porque, según consta en diligencias policiales: fue la última persona probada que vio con vida a Ester antes de que desapareciera.
“No me dio muy buena espina… pero no quiero juzgar”, apuntaba la mujer. Una búsqueda rápida en Google tras comentarlo con la familia y la hemeroteca aportaron lo demás: Quien la había llamado era José Jurado Montilla, alias ‘El Titi’ o ‘Dinamita Montilla’. Un asesino en serie. Condenado a 123 años de cárcel por cuatro homicidios perpetrados en la provincia de Málaga entre 1985 y 1987. Montilla salió de prisión en diciembre de 2013 tras la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que tumbó la ‘doctrina Parot’ y redujo las condenas de criminales reincidentes.
Pepa miró la foto. Lo había visto en la cámara, en esa videollamada, era él. El mismo que este fin de semana ha sido detenido acusado de matar a David, un joven de 21 años cuyo cuerpo fue hallado con dos heridas de bala en la cabeza el 30 de agosto de 2022. David practicaba senderismo en un paraje de Los Montes de Málaga, parque natural. José Jurado lleva unos días en prisión provisional por el crimen de David. Aún no ha dicho nada de Ester. Él es quien aparece en la última foto que Pepa tiene de su hija, días antes de desaparecer.
Agosto de 2023: Ester
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“Mamá, no he sido buena hija“. Pepa, al recibir este mensaje, se sorprendió. Pasaban las cinco de la tarde del 23 de agosto de 2023. “No he sido sincera muchas veces…“. A Pepa le extrañó. “Era muy rara la conversación” revivía ante este medio la mujer meses atrás. “Mándame un audio, hazme una videollamada, como siempre, y hablamos mejor”, le pidió a su hija.
“Mamá, te he mentido muchas veces”, volvió -supuestamente- a escribir Ester. “He llevado una doble vida, tengo 42 años y puedo hacer con mi vida lo que quiera y tú me tienes harta (…) quiero hacer mi vida lejos de aquí”. Pepa intentó llamarla, quería confirmar que era su hija la que escribía, “es que ella no hablaba así”. Sin éxito, saltaba el contestador.
“Me parece que no eres tú la que me está escribiendo. Mándame un audio Ester”. Sin audio de respuesta, y sin señal, “yo intentaba llamar y daba apagado”, narraba Pepa a este medio, al minuto sonó un nuevo mensaje: “Me voy con unas amigas a Argentina“. Han pasado nueve meses. Sin noticias. No ha vuelto a verla más.
“Poco después interpuse la denuncia por desaparición: agentes, he recibido este mensaje, de mi hija, no ha vuelto a contactarnos”. “¿A Argentina por qué? ¿Con quién?”, se preguntaba y se pregunta Pepa. Desde el 23 de agosto nadie ha respondido a su pregunta. Pepa volvería a comisaría unos días después, tras la videollamada de aquel “amigo” de su hija. “Este señor dice que estuvo con ella”. Hablaba de José Jurado Montilla, la última persona que vio a Ester antes de desaparecer.
Víctima de viogen
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Sin noticias, sin llamadas, los agentes comprobaron los mensajes, presuntos, con los que Ester se despidió. Anunciaba que iba a vender su teléfono, que no estaría disponible. Ester añadía que volvería a contactar con su madre cuando tuviera un nuevo terminal. “Cosas muy extrañas”, repite Pepa cada vez que describe su última conversación.
Junto a los agentes, Pepa reconstruyó los últimos años de su hija. Nada fáciles. Desde Sevilla, donde nació y se crio, se fue al Levante. “Vivió en un albergue para mujeres víctimas de violencia de género en Mutxamel (Alicante)”. Amenazas, golpes, insultos. Su expareja había sido detenido por maltratarla. “Él la encerraba para que no saliera”, describió Pepa, que aún hoy sigue sin poder verbalizar todas las agresiones que su hija sufrió.
La onda expansiva de la violencia de género afectó y no poco a la vida de Ester. Decidió probar suerte en Tarragona con unos amigos que viven allí. “A final de julio de 2023 (un mes antes de desaparecer) me llamó y me dijo: ‘mamá, me voy otra vez a Alicante y quizá, lo más probable, es que regrese a Sevilla después‘. Le respondí: “pues es lo que tienes que hacer, venirte aquí”, afirmaba en enero de este año Pepa a este periódico. Ester se instaló en el albergue municipal de Alicante. Sería el último sitio conocido donde durmió. Es, también, donde conoció a José Jurado Montilla. “Me dijo que iba a probar suerte en una heladería, y que si no, volvería en septiembre a casa…”, contaba Pepa. No llegó septiembre. El 23 de agosto desapareció.
Sin noticias, sin rastro de Ester, no se descartaba nada, ni la marcha voluntaria. “Yo creo que mi hija no se iría así”. Policialmente, su expareja quedó libre de sospecha. “Dicen”, contaba su madre, “que creen que no tienen que ver”. En el radar de los agentes había otro hombre: el último que la vio, según lo había confirmado él mismo. Su compañero en el último albergue, José Jurado Montilla, hoy en prisión provisional por -presuntamente- matar a un joven un año antes de conocer a Ester.
“Me encantó conocerla”
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“Me ha llamado la policía y me han preguntado por la desaparición de su hija“. Fue el primer contacto que tuvo Pepa con el asesino en serie. Fue a través de una videollamada. La hizo él. “Se presentó como compañero. Me dijo que había estado con Ester unos días, que era encantadora, que le encantó conocerla…”, contaba hace unos meses a este periódico la madre de Ester. “Es encantadora pero muy confiada, yo la advertí…”.
El hombre contó que salieron juntos del albergue de Alicante, donde él llegó “porque iba a hacer el Camino de Santiago”. Contó, también, que viajaron juntos hasta Denia (Alicante), “luego en Denia nos fuimos andando hasta Gandía el 21 de agosto”. Se separaron, afirma, y no la volvió a ver. “Él cuenta que ver, no vio a ninguna, pero que le había dicho que se iba con unas amigas, lo mismo que a mí“, resumía Pepa. “Que se separaron… y nunca más volvió a contactar con él”.
No fue la única llamada. Fueron varios los contactos que Pepa tuvo con él. El hombre tanteaba sobre la investigación, quería saber cómo iba todo. “¿Se sabe algo?”, le preguntó más de una vez. Hizo, incluso, un llamamiento en redes para buscar a Ester.
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La policía recogió su testimonio. No varió ni una coma, que se habían conocido días antes, que él iba de peregrino, que se despidieron con un abrazo, “que vaya bien”.
Le interrogaron en varias ocasiones y, cuando no lo hacían, preguntaba él: “Pepa, ¿se sabe algo de Ester?”. Lo que no intuía es que otra unidad policial le seguía los pasos por otro caso, ocurrido en agosto (como la desaparición de Ester), pero de un año antes, 2022. La víctima se llamaba David, 21 años, y su cuerpo había aparecido sin vida con heridas de bala en la cabeza en el monte en Málaga.
“Dinamita” Montilla contó a la madre de la desaparecida que habían salido juntos de un albergue, que fueron andando desde Denia hasta Gandía. Luego, él iba a hacer el Camino de Santiago y ella había quedado con unas amigas. Se despidieron con un abrazo, le dijo
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Un whatsapp es lo único que tenía la policía: el joven, David, que hacía una ruta senderista, describía por mensaje a un desconocido con el que se había cruzado, un cazador que llevaba escopeta, y al que había dado un poco de agua porque tenía sed. Dos años después, con un sumario declarado secreto, fuentes próximas a la investigación confirmaron este sábado la detención en Extremadura de José Jurado Montilla como autor del homicidio. El señor que con tanta frecuencia llamaba a Pepa preguntando si sabía algo de su hija. El último que vio a Ester.
Cinco víctimas
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“Demasiado confiada… Su hija es encantadora, pero se lo dije, te fías mucho de la gente…”, describío él. La policía quiere saber si quizá Ester lo fue. Horas antes de desaparecer caminó con él durante kilómetros. Quizá no sabía quién era él.
y es que, José el del albergue era ‘El Titi’, ‘Dinamita Montilla’, considerado por la policía un asesino en serie, protagonista de algunos de los episodios más sangrientos de la crónica negra de Málaga en los años ochenta del siglo pasado.
El José que fue detenido el 4 de mayo de 1987 en Álora (Málaga) por las muertes de dos turistas -un ciudadano inglés y un alemán- que estaban de acampada, cuyos cadáveres fueron hallaron con disparos y heridas de arma blanca. El mismo José que fue condenado por el crimen de Antonio Paniagua, exchófer del cantaor Juanito Valderrama, que tenía 46 años. Su cuerpo fue identificado semicarbonizado en una casa de campo en marzo de 1987. Y es el mismo José que fue encarcelado por la muerte de un vecino del Puerto de la Torre (Málaga) cuyo cuerpo sin vida se encontró en noviembre de 1985 dentro de su cortijo, tapado con sacos. José, quien cumplió 28 años de cárcel de los 123 que le cayeron.
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A esas cuatro víctimas, se sumaría una quinta, reciente, David. Los agentes aseguran que lo mató en agosto de 2022. Está siendo interrogado por ese último crimen. Los investigadores esperan que también amplíe información sobre Ester.