Tras el puente de agosto, muchas familias cuentan las últimas horas para el final de sus vacaciones, mientras otras se preparan para iniciar las suyas, pero en (casi) todos los casos serán las vacaciones más caras, a pesar de que el destino sea el mismo que el de otros años. Coger un avión o un coche, alquilar una casa o reservar una habitación de hotel es hoy entre un 10% y un 35% más caro que antes de la pandemia.
Es la derivada macroeconómica de una sensación generalizada en la calle: ‘veranear’ cada vez cuesta más. Como ejemplo, el de una familia (ficticia) que en 2019 se hubiera gastado unos 2.800 euros en dos semanas de verano –2.000 del hotel, 500 en restaurantes, 200 en carburantes y 100 en billete de avión–, este año pagaría más de 3.600 euros por el mismo plan. Y a eso hay que sumar cualquier gasto adicional en la cesta de la compra, que también se ha encarecido.
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Según los datos de julio del IPC, publicados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), repostar gasolina o gasóleo resultó el mes pasado un 20% más costoso que en igual periodo de 2019; los vuelos nacionales han escalado un 10% y los hoteles un 33%. Pero no es solo eso, porque alquilar una segunda vivienda -una opción habitual entre los turistas nacionales en la costa- es un 7,5% más caro que hace cinco años y dormir en un camping o en un albergue, un 17,5% más elevado.
Las subidas más pronunciadas son las de los paquetes turísticos nacionales, que se disparan un 43%, y la restauración, con una carta de precios para comer o cenar que se ha encarecido un 20,5% de media desde 2019. Un buen ejemplo es el de una simple cerveza, tan habitual en el chiringuito después de la playa, es hoy entre un 27% y un 28% más cara que hace un lustro, en función de si es con o sin alcohol.
El único respiro lo dan los vuelos internacionales, que son un 3,6% más baratos que en 2019 y un 4,9% más asequibles que hace un año. Pero incluso respecto al año pasado, el agujero en el bolsillo será mayor: los billetes de avión internos son los que más se encarecen (11,7%), pero también los paquetes turísticos nacionales (9,8%), hoteles y restaurantes (5%) suben. La gasolina cuesta un 0,6% más y el gasóleo, un 2,14% más. La cerveza rubia y la sin alcohol también son más caras que hace un año, un 1,1% y un 3,7%, respectivamente, mientras el resto bajan un 0,16%.
Galicia, la que más se encarece
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Pero no todas las comunidades autónomas suben precios al mismo ritmo. De hecho, Galicia es la región en la que más se han encarecido las vacaciones en los últimos años. O al menos eso sugiere la rúbrica ‘turismo y hostelería’ del Índice de Precios de Consumo (IPC) que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE ). Esta rúbrica abarca a todo el sector, desde los paquetes turísticos, hasta hoteles, hostales, pensiones o campings y también los servicios de restauración, y muestra un alza del 26% frente a los precios prepandemia. Navarra y Catalunya son las comunidades con un crecimiento menor, del 19,12% y del 20,83%, respectivamente, mientras que la media española es del 23,02%.
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Y no es un hecho aislado porque también en la comparación histórica, desde 2002, que es el primer año con registros en el INE, Galicia es la comunidad en la que más se han encarecido los precios de ‘turismo y hostelería’, con un alza del 98%, mientras Canarias es la que menos, con un avance del 71%. En ningún caso, estos incrementos implican que Galicia sea la región con los precios más caros, ni mucho menos. Ese título lo ostentan las Illes Baleares, mientras que en lado contrario, entre las comunidades más baratas están Extremadura, Asturias y Murcia.
Ralentización de la demanda
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Este encarecimiento coincide con la ralentización de la demanda española augurada por el lobi turístico Exceltur en vísperas de la temporada estival, después de un crecimiento desbordado tras la pandemia. La demanda interna comenzó a dar muestras de agotamiento durante los meses de primavera, con el número de noches sin apenas crecer respecto al año pasado (0,4%) y el gasto turístico en tarjetas (según datos de Caixabank), con un alza del 5,9% por el incremento de los precios -si se descuenta la inflación, el progreso se reduce al 0,3%-, pero no por el aumento de las reservas, y muy por debajo del gasto extranjero (19%).
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Pero a quienes no ahuyenta es a los visitantes extranjeros, que en la primera mitad del año sobrepasaron la barrera psicológica de los 40 millones de turistas por primera vez en la historia, un 13% más que hace un año y un 11% que en 2019, con un gasto de 55.573 millones de euros, un 20,6% más que hace un año y un 38% más que antes de la pandemia.
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