Impedir los ataques premeditados a cuchilladas, sean procedentes de la delincuencia común o de presuntos terroristas, es tarea compleja. Pero por lo menos la ministra alemana del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, se plantea evitar que cualquier reyerta, pelea o discusión crispada pueda derivar en el uso de un arma blanca por parte del agresor o el agredido.
“Necesitamos ejercer un control mayor sobre unas armas de acceso fácil, pero con las que se pueden cometer crímenes brutales“, afirmó Faeser, al presentar su proyecto para prohibir el porte de cualquier cuchillo o navaja en la vía pública cuya hoja exceda a los seis centímetros. Para la oposición conservadora, la medida se queda corta, ya que debería prohibirse la posesión de toda arma blanca en espacios públicos.
En 2023 se registraron en Alemania 400.000 delitos con arma blanca, un 16% más que el año anterior. Más impactante es el aumento de lesiones físicas por cuchillos, navajas u otros objetos cortantes: hubo 8.951 lesionados, un incremento interanual del 20%.
La iniciativa del Gobierno de Olaf Scholzse produce en medio de la alarma social ante esta evolución. El espectro es amplísimo: desde ataques de trasfondo yihadista o cometidos por perturbados, individuos marginales o personas con trastornos de comportamiento, a atracos, robos u otros delitos relacionados con la delincuencia común. Sectores como el sanitario o la compañía de ferrocarriles Deutsche Bahn alertan del incremento de agresiones contra sus profesionales, sea por pacientes o sus familiares en situaciones de crispación o pánico. En el caso de los trenes, por servicios deficientes. De los gritos se puede pasar a sacar navaja, si se lleva una en el bolsillo.
Acceso extremadamente fácil
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El control sobre las armas de fuego es ya complejo, especialmente en el mercado negro. El acceso a las armas blancas, sean navajas o cuchillos de cocina, es extremadamente fácil. Se pueden adquirir en cualquier centro comercial, ferretería o supermercado.
En recintos como las piscinas públicas hay desde hace dos años controles rigurosos en el acceso, con el registro sistemático de bolsas. Se procede a la retirada de cualquier elemento cortante, inclusive un cuchillo para cortar la fruta o preparar el bocadillo. La medida responde a los frecuentes tumultos que se registraban en las piscinas abarrotadas en verano y que llegan a derivar en batallas campales. Aun así, no hay fin de semana en que no se registre un altercado, con intervención de la policía cuando el personal de vigilancia se reconoce desbordado.
El plan para prohibir llevarlas en público tiene una perspectiva política también. La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segunda fuerza desde las pasadas elecciones europeas, insiste en que la mayoría de los ataques o delitos con arma blanca proceden de población de raíces extranjeras o migrantes irregulares. La policía suele obviar en sus comunicados el origen de las personas involucradas en estas situaciones para evitar una estigmatización por cuestiones de origen. En algunos ‘Länder’, como en la populosa Renania del Norte-Westfalia, se opta sin embargo por detallar si son o no de nacionalidad alemana. Sí refleja la estadística policial que entre un tercio y la mitad del total de delitos con arma blanca son cometidos por personas con orígenes no alemanes. Uno de cada cuatro ciudadanos del país tiene algún tipo de raíces extranjeras.
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La muerte de un policial de 29 años en Mannheim, víctima del ataque a cuchilladas cometido por un afgano de 25 años contra un mitin ultraderechista a finales del pasado mes de mayo, sirve de abono para los argumentos de la AfD. Lo mismo ocurre con otros ataques recientes a cuchilladas cometidos por refugiados o migrantes irregulares a los que no se logra expulsar del país por razones humanitarias o burocráticas.
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