Tras la muerte este domingo del presidente iraní, Ebrahim Raisí, en un accidente de helicóptero en el norte de Irán, el país persa entra ahora en un periodo de incertidumbre controlada en el que, en un plazo de máximo 50 días, deberá celebrar elecciones para elegir un nuevo jefe de gobierno.
Hasta que eso ocurra, el nuevo presidente iraní es Mohammad Mojber, el hasta ahora vicepresidente primero, que ha ascendido al cargo de su anterior jefe tras la aprobación del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jameneí.
“Con mucha pena y tristeza, he recibido las noticias agrias de la muerte de un teólogo diligente, de un presidente trabajador y competente. Todo trabajo de Ebrahim Raisí, ya sea en su corta presidencia o antes de ella, fue labrada a través de una labor incansable de servicio a la gente, al país y al islam”, ha dicho este lunes por la mañana Jameneí, que ha perdido uno de sus máximos delfines: Raisí, ultraconservador y muy odiado por los detractores de la República Islámica, era considerado como uno de los favoritos para suceder al actual ayatolá una vez muera Jameneí.
“La nación iraní ha perdido un siervo sincero, devoto y invaluable. La ingratitud y el criticismo de unos pocos ingratos no diezmaron sus esfuerzos continuos para conseguir el progreso en nuestro país”, ha continuado el ayatolá. Raisí fue quien estuvo al mando de la brutal represión policial de las protestas de 2022 tras la muerte de la joven Mahsa Aminí a manos de la policía moral.
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Raisí, sin embargo, no ha sido el único fallecido en el siniestro de este domingo. En el mismo helicóptero estrellado también viajaban en ministro de Exteriores iraní, Hosein Amirabdollahian, el gobernador de la provincia iraní de Azerbaiyán Oriental i el imam de la ciudad de Tabriz.
Muchos expertos, de hecho, consideran más transcendental la muerte de Amirabdollahian que la de Raisí: en Irán, la figura de presidente es despojada de la mayoría de su poder ejecutivo, que cae en última y máxima instancia en las manos del líder supremo. Raisí, así, era visto como un presidente débil, elegido en 2021 precisamente por su lealtad y cercanía ideológica y personal a Jameneí.
Tras, su muerte, sin embargo, se formará un consejo ejecutivo liderado por el nuevo presidente interino, Mojber, el presidente del parlamento y el presidente del sistema judicial iraní. Los tres tendrán la tarea de preparar unas nuevas elecciones presidenciales en un plazo máximo de 50 días: estos nuevos comicios, por lo tanto, ocurrirán a principios de julio, a mucho tardar. “Queremos asegurar a la población que no habrá, ni en lo más mínimo, ningún problema en la administración del país en este proceso”, ha dicho el gobierno iraní en un comunicado este lunes.
“La muerte de Raisí propone dos retos importantes para la élite política iraní. El primero es que cambia los escenarios de sucesión de Jameneí cuando este muera”, ha escrito este lunes Vali Nasr, experto iraní y profesor de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.
“Y el segundo es que la ultraderecha no tiene ningún candidato claro para suceder a Raisí, dado que se esperaba que fuese él quien se presentase a la reelección de la presidencia en 2025. ¿Podrán los sectores más conservadores del poder [que tienen el apoyo de Jameneí] ¿Encontrar un candidato viable en un plazo de tan solo 50 días? Este proceso puede abrirse la puerta de vuelta a conservadores que habían sido apartados en el pasado”, continúa Nasr.
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Sin embargo, con el control absoluto del ayatolá, no se espera que la lucha por el poder tras la muerte de Raisí sea encarnizada. Sí que ocurrirá, creen los expertos, cuando Jameneí, de 85 años, muera.